En el canon de los grandes arquitectos holandeses se posa un número de profesionales de renombre, de Berlage hasta Van Berkel. Sólo basándose en su influencia, Rem Koolhaas (nieto del arquitecto Dirk Roosenburg e hijo del autor y pensador Anton Koolhaas) está por encima de todos los demás y tiene, a lo largo de una carrera que abarca cuatro décadas, una búsqueda para redefinir el papel del arquitecto que pasa de tener un oficio regional a convertirse en un actor global, capaz de modelar mundos, ya sean estos reales o imaginarios. Una nueva película, concebida y producida por el propio hijo del protagonista Tomas Koolhaas, quien intentará representar biográficamente el trabajo de OMA mediante "exponer la experiencia humana de [su] arquitectura a través del cine dinámico". Ninguna tarea fácil.
Tomas, quien ha sido crítico de películas sobre arquitectura que "se fabrican a partir de entrevistas a cabezas que hablan y que son intercaladas por planos estáticos sin vida, de estructuras vacías", sugirió en 2015 que REM sería "el primer documental para explorar exhaustivamente las condiciones humanas al interior y alrededor de los edificios de OMA. "En base a esta visión y, en menor grado, al casi culto que la práctica ha cosechado, más de un centenar de partidarios de Kickstarter se comprometieron con un poco más de $ 30.000 para parcialmente costear la producción. REM, que ha estado cuatro años en fabricación, se estrenó recientemente en el 73ª Festival de cine de Venecia.
"Nueva York es el principio, se podría decir. La fundación de todo lo demás". Esta ciudad, a diferencia de la mayoría de las demás, tiene cierta resonancia fundamental para Koolhaas, y hace una declaración de apertura tan real como directa. Después de sus estudios en la Architectural Association de Londres en 1972, se trasladó para empezar a trabajar en Delirious New York, un manifiesto retroactivo para la ciudad. Este libro seminal, el cual estudia la condición urbana metropolitana única de la ciudad para presentarla como "la arena para la etapa terminal de la civilización occidental", ha adquirido un estatus casi mitológico. El escenario para REM está fijado: este va a ser un asunto serio, y uno que demandará de toda tu atención.
Si estás buscando indicios sobre la personalidad del protagonista, podrías quedar decepcionado; sí, Koolhaas a veces vuela en Transavia, filial de bajo presupuesto de KLM; utiliza casi exclusivamente Prada; no utiliza un iPhone. En este film, tampoco veremos una historia de interés humano, similar a la que nos entregó Nathaniel Kahn en My Architect (un viaje muy personal para conectarse con su padre fallecido, Louis Kahn). Este nunca se pensó como el tema central (y gracias a Dios). Está claro que REM ha proporcionado un desafío formidable detrás del lente; Tomas ha creado una poderosa experiencia cinematográfica, cuya calidad es relativamente sin igual en el mundo de los documentales de arquitectura. La película esculpe perfectamente la historia de Koolhaas en una narrativa apretada, rigurosamente editada y el personaje que emerge es a la vez carismático y enigmático, y característicamente reticente.
Un cierto grado de reticencia es de esperarse. Para un cinematógrafo que se convirtió en periodista, y un periodista convertido en arquitecto, Koolhaas tiene más experiencia que la mayoría en reconocer el poder, y el peligro, de demasiada (o muy poca) publicidad. La traducción holandesa de "editor" es redacteur una palabra que, una vez traducida al inglés, hace referencia al proceso de "redacción" o, en su forma de definición más extrema, "censura". REM es de hecho altamente editado, fuertemente centrado en en una colección de grandes narrativas (construcciones en el medio oriente; los medios de comunicación, villas, el campo, la 14ª Exposición Internacional de Arquitectura de Venecia), mientras que otros temas posibles, tales como el funcionamiento de su práctica o la forma en la que colabora con los demás (donde vemos gente como Marina Abramovic y Hans-Ulrich Obrist, aunque sea brevemente), se disuelven en un desenfoque. Si aceptas que la historia que se cuenta se está revelando de una manera muy particular, las frustraciones son pocas; si no, las escenas a menudo pueden sentirse restringidas y demasiado breves.
A partir de dos técnicas cinematográficas clave se deriva el sentido de autenticidad de la película, creas o no en ellas: la voz global del propio arquitecto, que se extiende en casi toda la función, y su interpretación por parte de su hijo, Tomas. A medida que seguimos a Koolhaas detrás de la cámara, nos convertimos particularmente au fait con la parte posterior de la cabeza y los hombros, una táctica consciente de que, lejos de generar un sentimiento alienante, impregna la película con un sentido de impulso sostenido que de otro modo podría carecer. En su mayor parte Koolhaas se está moviendo hacia adelante, y nosotros nos movemos con él. Escenas ocasionales lo muestran en reuniones (con audio redactado, por supuesto), y a menudo filmado a través de una pared de cristal. A veces oímos a personas hablar sobre él, mientras que el propio Koolhaas, aparte de miradas casuales, rara vez hace alusión al lente.
REM tuvo éxito en construir el retrato más íntimo del arquitecto hasta el momento. Nos enteramos de que, para Koolhaas, el ejercicio es una empresa sociológica; "nada es más revelador que ver cómo la gente se mueve en o cerca del agua", afirma. Una, escena prolongada casi hipnótica da fe de ello: primero Koolhaas está nadando en una piscina, luego de que la escena siga a él saltando de un barco al océano, antes de pasar bruscamente a un dramático perfil del hombre en cuestión, sus penetrantes ojos enmarcados por un ceño fruncido y sus lentes debajo. Cambios de escena repentinos e inesperados dan como resultado una película sin un anclaje geográfico, ni una sensación constante de cronología. Se siente como si estuviéramos en el capricho de la vertiginosa agenda de Koolhaas.
La curiosidad de observación de la práctica de Koolhaas se revela en una colección de breves escenas, cortometrajes en sí mismos tal vez, en la que Tomas revisita tres de los proyectos de OMA: una construcción pública, la Biblioteca Pública de Seattle, y dos villas privadas en Francia, la Maison à Bordeaux, y la Villa dall’Ava en París. La escena de Seattle se centra en dos hombres sin hogar, Phil y Mark, que utilizan el edificio tanto como un refugio para pasar el tiempo y un lugar para sentirse conectados. "Estoy seguro que no es ninguna ciencia o hecho probado, pero creo que algunos entornos inducen o son propicios para calmar a las personas" Mark sugiere. Esta escena que, por encima de todas los demás, se adhiere a la ambición de Tomas por explorar las condiciones humanas en y alrededor de los edificios, es una de las más exitosas. En lugar de capturar imágenes fijas, una tentación demasiado grande al fotografiar espacios, el camino por el cual nos llevaron es muy personal, y uno que trata una pequeña habitación de piano en forma de caja con la misma atención que el icónico atrio.
La Maison à Bordeaux, una de las casas privadas de OMA, se presenta con un nivel similar de consideración. Completado en 1998, el edificio se ha desgastado visiblemente, las superficies de hormigón están manchadas y la hierba alrededor está crecida. Uno de sus habitantes originales, el padre de Louise Lemoine, quien tenía una discapacidad física, ya ha fallecido, y sus habitantes han reestructurado gradualmente la casa para un patrón diferente de vivir. Una entrevista con Lemoine (quien creó la película del 2013, Koolhaas Houselife, junto a su colaborador Ila Bêka), donde describe una condición doméstica a la vez cómoda y "desafiante" para habitar, es particularmente franca. Aquí, también, Koolhaas aparece en su estado más relajado y abierto y, tal vez, profesionalmente satisfecho.
Fundamentals y Absorbing Modernity 1914-2014 (las dos exposiciones curadas por Koolhaas para la 14ª Exposición Internacional de Arquitectura en Venecia) eran inmensas empresas, y la película no puede fallar, sino exponer el esfuerzo que inducen. Una escena, en la que Koolhaas está encerrado por un círculo de periodistas antes de la apertura oficial, lo deja bien claro: la banda sonora, una partitura orquestal ininterrumpida por Murray Hidary, lleva el paso mientras un reportero de televisión le pide al arquitecto que describa lo que verán los visitantes de la Bienal. Mirando al suelo y secándose la frente en desesperación, Koolhaas responde: "Lo siento, no puedo responder a esa pregunta. Basta con leer el texto".
A pesar de que la frustración en última instancia se desvanece en aceptación (finalmente responde a la pregunta por enésima vez), pone de relieve uno de los temas más amplios de la película y uno que Koolhaas aborda de forma inequívoca: la cuestión de la celebridad. "El dilema", afirma, "es si se puede usar o no". Reconociendo que el éxito de OMA se debe en gran parte a su continua exposición global, una disposición a presentarse en público, a su vez, alimenta una cada vez más voraz demanda de su trabajo, sus opiniones, y su presencia.
¿Debería leerse esta película como el relato "oficial" de la vida profesional de Koolhaas? ¿Ha proporcionado REM una oportunidad única tanto para Tomas Koolhaas y el propio Rem de redactar cuidadosamente (un proceso necesario, sin duda, en una hora y diez minutos de película) y reformular la narrativa de una carrera que ha sido discutida, criticada y alabada más que la de cualquier otro arquitecto vivo? Quizás. Y, si es el caso, creo que hace que la película se mucho más rica por ello. La objetividad está sobrevalorada.